Aparecida
  Capitulo 9
 

9

FAMILIA, PERSONAS Y VIDA

431. No podemos detenernos aquí a analizar todas las cuestiones que

integran la actividad pastoral de la Iglesia, ni podemos proponer

proyectos acabados o líneas de acción exhaustivas. Sólo nos detendremos

a mencionar algunas cuestiones que han alcanzado

particular relevancia en los últimos tiempos, para que, posteriormente,

las Conferencias Episcopales y otros organismos locales

avancen en consideraciones más amplias, concretas, y adaptadas

a las necesidades del propio territorio.

9.1 EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA

432. La familia es uno de los tesoros más importantes de los pueblos

latinoamericanos y caribeños, y es patrimonio de la humanidad

entera. En nuestros países, una parte importante de la población

está afectada por difíciles condiciones de vida que amenazan directamente

la institución familiar. En nuestra condición de discípulos

y misioneros de Jesucristo, estamos llamados a trabajar para

que esta situación sea transformada, y la familia asuma su ser y su

misión240 en el ámbito de la sociedad y de la Iglesia241.

240 JUAN PABLO II, II Encuentro mundial con las familias en Río de Janeiro, 4 de octubre de 1997,

n. 4.

241 JUAN PABLO II, Discurso con ocasión del primer encuentro mundial de la Familias, nn. 2 y 7,

Roma, 8 de octubre de 1994; Segundo encuentro mundial de las familias, Río de Janeiro, 3 de

octubre de 1997; FC 17, 22 de noviembre de 1981; BENEDICTO XVI, ¡Familia, sé lo que eres!,

Valencia, 8 de julio 2006.

LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS

222

433. La familia cristiana está fundada en el sacramento del matrimonio

entre un varón y una mujer, signo del amor de Dios por la

humanidad y de la entrega de Cristo por su esposa, la Iglesia. Desde

esta alianza de amor, se despliegan la paternidad y la maternidad,

la filiación y la fraternidad, y el compromiso de los dos por una

sociedad mejor.

434. Creemos que “la familia es imagen de Dios que, en su misterio

más íntimo no es una soledad, sino una familia”242. En la comunión

de amor de las tres Personas divinas, nuestras familias tienen

su origen, su modelo perfecto, su motivación más bella y su último

destino.

435. Dado que la familia es el valor más querido por nuestros pueblos,

creemos que debe asumirse la preocupación por ella como uno

de los ejes transversales de toda la acción evangelizadora de la

Iglesia. En toda diócesis se requiere una pastoral familiar “intensa

y vigorosa”243 para proclamar el evangelio de la familia, promover

la cultura de la vida, y trabajar para que los derechos de las familias

sean reconocidos y respetados.

436. Esperamos que los legisladores, gobernantes y profesionales de

la salud, conscientes de la dignidad de la vida humana y del arraigo

de la familia en nuestros pueblos, la defiendan y protejan de

los crímenes abominables del aborto y de la eutanasia; ésta es su

responsabilidad. Por ello, ante leyes y disposiciones gubernamentales

que son injustas a la luz de la fe y la razón, se debe favorecer

la objeción de conciencia. Debemos atenernos a la “coherencia

eucarística”, es decir, ser conscientes de que no pueden recibir la

sagrada comunión y al mismo tiempo actuar con hechos o palabras

contra los mandamientos, en particular cuando se propician

el aborto, la eutanasia y otros delitos graves contra la vida y la

242 DP 582.

243 DI 5.

223

FAMILIA, PERSONAS Y VIDA

familia. Esta responsabilidad pesa de manera particular sobre los

legisladores, gobernantes, y los profesionales de la salud244.

437. Para tutelar y apoyar la familia, la pastoral familiar puede impulsar,

entre otras, las siguientes acciones:

a) Comprometer de una manera integral y orgánica a las otras

pastorales, los movimientos y asociaciones matrimoniales y

familiares a favor de las familias.

b) Impulsar proyectos que promuevan familias evangelizadas y

evangelizadoras.

c) Renovar la preparación remota y próxima para el sacramento

del matrimonio y la vida familiar con itinerarios pedagógicos

de fe245.

d) Promover, en diálogo con los gobiernos y la sociedad, políticas

y leyes a favor de la vida, del matrimonio y la familia246.

e) Impulsar y promover la educación integral de los miembros

de la familia, especialmente de aquellos miembros de la familia

que están en situaciones difíciles, incluyendo la dimensión

del amor y la sexualidad247.

f) Impulsar centros parroquiales y diocesanos con una pastoral

de atención integral a la familia, especialmente a aquellas

que están en situaciones difíciles: madres adolescentes y solteras,

viudas y viudos, personas de la tercera edad, niños abandonados,

etc.

g) Establecer programas de formación, atención y acompañamiento

para la paternidad y la maternidad responsables.

244 Cf. SCa, 83; EV 73, 74 y 89.

245 Cf. Pontificio Consejo para la Familia, Preparación al Sacramento del Matrimonio, 19, 13 de

mayo de 1996; FC 66.

246 Cf. Pontificio Consejo para la Familia, La Carta de los derechos de la familia, 22 de octubre de

1983.

247 Cf. DI 5.

LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS

224

h) Estudiar las causas de las crisis familiares para afrontarlas en

todos sus factores.

i) Seguir ofreciendo formación permanente, doctrinal y pedagógica

para los agentes de pastoral familiar.

j) Acompañar con cuidado, prudencia y amor compasivo, siguiendo

las orientaciones del Magisterio248, a las parejas que

viven en situación irregular, teniendo presente que a los divorciados

y vueltos a casar no les es permitido comulgar249.

Se requieren mediaciones para que el mensaje de salvación

llegue a todos. Urge impulsar acciones eclesiales, con un trabajo

interdisciplinario de teología y ciencias humanas, que

ilumine la pastoral y la preparación de agentes especializados

para el acompañamiento de estos hermanos.

k) Ante las peticiones de nulidad matrimonial, se ha de procurar

que los Tribunales eclesiásticos sean accesibles y tengan

una correcta y pronta actuación250.

l) Ayudar a crear posibilidades para que los niñas y niños huérfanos

y abandonados logren, por la caridad cristiana, condiciones

de acogida y adopción, y puedan vivir en familia.

m) Organizar casas de acogida y un acompañamiento específico

para acudir con compasión y solidaridad a las niñas y adolescentes

embarazadas, a las madres “solteras”, a los hogares

incompletos.

n) Tener presente que la Palabra de Dios, tanto en el Antiguo

como en el Nuevo Testamento, nos pide una atención especial

hacia las viudas. Buscar la manera de que ellas reciban

una pastoral que las ayude a enfrentar esta situación, muchas

veces de desamparo y soledad.

248 FC 84; SCa 29.

249 FC 77.

250 Cf. SC 29.

225

FAMILIA, PERSONAS Y VIDA

9.2 LOS NIÑOS

438. La niñez, hoy en día, debe ser destinataria de una acción prioritaria

de la Iglesia, de la familia y de las instituciones del Estado,

tanto por las posibilidades que ofrece, como por la vulnerabilidad

a la que se encuentra expuesta. Los niños son don y signo de la

presencia de Dios en nuestro mundo por su capacidad de aceptar

con sencillez el mensaje evangélico. Jesús los escogió con especial

ternura (cf. Mt 19,14), y presentó su capacidad de acoger el

Evangelio como modelo para entrar en el Reino de Dios (cf. Mc

10,14; Mt 18,3).

439. Vemos con dolor la situación de pobreza, de violencia intrafamiliar

(sobre todo en familias irregulares o desintegradas), de abuso

sexual, por la que atraviesa un buen número de nuestra niñez: los

sectores de niñez trabajadora, niños de la calle, niños portadores

de HIV, huérfanos, niños soldados, y niños y niñas engañados y

expuestos a la pornografía y prostitución forzada, tanto virtual como

real. Sobre todo, la primera infancia (0 a 6 años) requiere de una

especial atención y cuidado. No se puede permanecer indiferente

ante el sufrimiento de tantos niños inocentes.

440. Por otro lado, la niñez, al ser la primera etapa de la vida del ya

nacido, constituye una ocasión maravillosa para la transmisión

de la fe. Vemos con gratitud la valiosa acción de tantas instituciones

al servicio de la niñez.

441. Proponemos, al respecto, algunas orientaciones pastorales:

a) Inspirarse en la actitud de Jesús para con los niños, de respeto

y acogida como los predilectos del Reino, atendiendo a su

formación integral. De importancia para toda su vida es el ejemplo

de oración de sus padres y abuelos, quienes tienen la misión

de enseñar a sus hijos y nietos las primeras oraciones.

b) Establecer, donde no existan, el Departamento o Sección de

Niñez, para desarrollar acciones puntuales y orgánicas a favor

de los niños y las niñas.

LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS

226

c) Promover procesos de reconocimiento de la niñez como un

sector decisivo de especial cuidado por parte de la Iglesia, la

Sociedad y el Estado.

d) Tutelar la dignidad y derechos naturales inalienables de los

niños y niñas, sin perjuicio de los legítimos derechos de los

padres. Velar para que los niños reciban la educación adecuada

a su edad en el ámbito de la solidaridad, de la afectividad

y la sexualidad humana.

e) Apoyar las experiencias pastorales de atención a la primera

infancia.

f) Estudiar y considerar las pedagogías adecuadas para la educación

en la fe de los niños, especialmente en todo lo relacionado

a la iniciación cristiana, privilegiando el momento

de la primera comunión.

g) Valorar la capacidad misionera de los niños y niñas, que no

sólo evangelizan a sus propios compañeros, sino que también

pueden ser evangelizadores de sus propios padres.

h) Fomentar la institución de la Infancia Misionera.

i) Promover y difundir permanentemente investigaciones sobre

la niñez, que hagan sostenible tanto el reconocimiento de su

cuidado, como las iniciativas a favor de la defensa y de su

promoción integral.

9.3 LOS ADOLESCENTES Y JÓVENES

442. Merece especial atención la etapa de la adolescencia. Los adolescentes

no son niños ni son jóvenes. Están en la edad de la búsqueda

de su propia identidad, de independencia frente a sus padres,

de descubrimiento del grupo. En esta edad, fácilmente

pueden ser víctimas de falsos líderes constituyendo pandillas. Es

necesario impulsar la pastoral de los adolescentes, con sus propias

características, que garantice su perseverancia y el crecimiento

227

FAMILIA, PERSONAS Y VIDA

en la fe. El adolescente busca una experiencia de amistad con

Jesús.

443. Los jóvenes y adolescentes constituyen la gran mayoría de la población

de América Latina y de El Caribe. Representan un enorme

potencial para el presente y futuro de la Iglesia y de nuestros pueblos,

como discípulos y misioneros del Señor Jesús. Los jóvenes

son sensibles a descubrir su vocación a ser amigos y discípulos

de Cristo. Están llamados a ser “centinelas del mañana”251, comprometiéndose

en la renovación del mundo a la luz del Plan de

Dios. No temen el sacrificio ni la entrega de la propia vida, pero sí

una vida sin sentido. Por su generosidad, están llamados a servir a

sus hermanos, especialmente a los más necesitados con todo su

tiempo y vida. Tienen capacidad para oponerse a las falsas ilusiones

de felicidad y a los paraísos engañosos de la droga, el placer,

el alcohol y todas las formas de violencia. En su búsqueda del

sentido de la vida, son capaces y sensibles para descubrir el llamado

particular que el Señor Jesús les hace. Como discípulos

misioneros, las nuevas generaciones están llamadas a transmitir

a sus hermanos jóvenes sin distinción alguna, la corriente de vida

que viene de Cristo, y a compartirla en comunidad construyendo

la Iglesia y la sociedad.

444. Por otro lado, constatamos con preocupación que innumerables

jóvenes de nuestro continente atraviesan por situaciones que les

afectan significativamente: las secuelas de la pobreza, que limitan

el crecimiento armónico de sus vidas y generan exclusión; la socialización,

cuya transmisión de valores ya no se produce primariamente

en las instituciones tradicionales, sino en nuevos ambientes

no exentos de una fuerte carga de alienación; su

permeabilidad a las formas nuevas de expresiones culturales,

producto de la globalización, lo cual afecta su propia identidad

personal y social. Son presa fácil de las nuevas propuestas religio-

251 JUAN PABLO II, Mensaje para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud, Toronto, 28 de julio de

2002, n. 6.

LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS

228

sas y pseudo religiosas. La crisis, por la que atraviesa la familia

hoy en día, les produce profundas carencias afectivas y conflictos

emocionales.

445. Están muy afectados por una educación de baja calidad, que los

deja por debajo de los niveles necesarios de competitividad, sumado

a los enfoques antropológicos reduccionistas, que limitan

sus horizontes de vida y dificultan la toma de decisiones duraderas.

Se ve ausencia de jóvenes en lo político debido a la desconfianza

que generan las situaciones de corrupción, el desprestigio

de los políticos y la búsqueda de intereses personales frente al

bien común. Se constata con preocupación suicidios de jóvenes.

Otros no tienen posibilidades de estudiar o trabajar, y muchos dejan

sus países por no encontrar en ellos un futuro, dando así al fenómeno

de la movilidad humana y la migración un rostro juvenil.

Preocupa también el uso indiscriminado y abusivo que muchos

jóvenes hacen de la comunicación virtual.

446. Ante estos desafíos y retos sugerimos algunas líneas de acción:

a) Renovar, en estrecha unión con la familia, de manera eficaz y

realista, la opción preferencial por los jóvenes, en continuidad

con las Conferencias Generales anteriores, dando nuevo

impulso a la Pastoral de Juventud en las comunidades

eclesiales (diócesis, parroquias, movimientos, etc.).

b) Alentar los Movimientos eclesiales, que tienen una pedagogía

orientada a la evangelización de los jóvenes, e invitarlos a

poner más generosamente al servicio de las Iglesias locales

sus riquezas carismáticas, educativas y misioneras.

c) Proponer a los jóvenes el encuentro con Jesucristo vivo y su

seguimiento en la Iglesia, a la luz del Plan de Dios, que les

garantiza la realización plena de su dignidad de ser humano,

les impulsa a formar su personalidad y les propone una opción

vocacional específica: el sacerdocio, la vida consagrada

o el matrimonio. Durante el proceso de acompañamiento

229

FAMILIA, PERSONAS Y VIDA

vocacional se irá introduciendo gradualmente a los jóvenes

en la oración personal y la lectio divina, la frecuencia de los

sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación, la dirección

espiritual y el apostolado.

d) Privilegiar en la Pastoral de Juventud procesos de educación

y maduración en la fe, como respuesta de sentido y orientación

de la vida, y garantía de compromiso misionero. De

manera especial, se buscará implementar una catequesis

atractiva para los jóvenes que los introduzca en el conocimiento

del misterio de Cristo, y se buscará mostrarles la belleza

de la Eucaristía dominical, que los lleve a descubrir en

ella a Cristo vivo y el misterio fascinante de la Iglesia.

e) La Pastoral de Juventud ayudará a los jóvenes a formarse, de

manera gradual, para la acción social y política y el cambio

de estructuras, conforme a la Doctrina Social de la Iglesia,

haciendo propia la opción preferencial y evangélica por los

pobres y necesitados.

f) Urgir la capacitación de los jóvenes para que tengan oportunidades

en el mundo del trabajo, y evitar que caigan en la

droga y la violencia.

g) En las metodologías pastorales, procurar una mayor sintonía

entre el mundo adulto y el mundo juvenil.

h) Asegurar la participación de jóvenes en peregrinaciones, en

las Jornadas nacionales y mundiales de Juventud, con la debida

preparación espiritual y misionera, y con la compañía de

sus pastores.

9.4 EL BIEN DE LOS ANCIANOS

447. El acontecimiento de la presentación en el templo (cf. Lc 2, 41-

50) nos pone ante encuentro de generaciones: los niños y los ancianos.

El niño que se asoma a la vida, asumiendo y cumpliendo

la Ley, y los ancianos, que la festejan con el gozo del Espíritu SanLA

VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS

230

to. Niños y ancianos construyen el futuro de los pueblos. Los niños

porque llevarán adelante la historia, los ancianos porque transmiten

la experiencia y la sabiduría de sus vidas.

448. El respeto y gratitud de los ancianos debe ser testimoniado en

primer lugar por su propia familia. La Palabra de Dios nos interpela

de muchas maneras a respetar y valorar a nuestros mayores y

ancianos. Incluso nos invita a aprender de ellos con gratitud, y a

acompañarlos en su soledad y fragilidad. La frase de Jesús: “A los

pobres los tienen siempre con ustedes y pueden socorrerlos cuando

quieran” (Mc 14, 7), bien puede entenderse de ellos, porque

forman parte de cada familia, pueblo y nación. Sin embargo, a

menudo, son olvidados o descuidados por la sociedad y hasta

por sus propios familiares.

449. Muchos de nuestros mayores han gastado su vida por el bien de

su familia y de la comunidad, desde su lugar y vocación. Muchos

son verdaderos discípulos misioneros de Jesús por su testimonio

y sus obras. Merecen ser reconocidos como hijos e hijas de Dios,

llamados a compartir la plenitud del amor, y a ser queridos, en

particular, por la cruz de sus dolencias, la capacidad disminuida o

la soledad. La familia no debe mirar sólo las dificultades que trae

el convivir con ellos o el atenderlos. La sociedad no puede considerarlos

como un peso o una carga. Es lamentable que en algunos

países no haya políticas sociales que se ocupen suficientemente

de los mayores ya jubilados, pensionados, enfermos o

abandonados. Por tanto, exhortamos a elaborar diseños de políticas

sociales justas y solidarias que atiendan estas necesidades.

450. La Iglesia se siente comprometida a procurar la atención humana

integral de todas las personas mayores, también ayudándoles a

vivir el seguimiento de Cristo en su actual condición, e incorporándolos

lo más posible a la misión evangelizadora. Por ello, mientras

agradece el trabajo que ya vienen realizando religiosas, religiosos

y voluntarios, quiere renovar sus estructuras pastorales, y

preparar aún más agentes, a fin de ampliar este valioso servicio de

amor.

231

FAMILIA, PERSONAS Y VIDA

9.5 LA DIGNIDAD Y PARTICIPACIÓN DE LAS MUJERES

451. La antropología cristiana resalta la igual dignidad entre varón y

mujer, en razón de ser creados a imagen y semejanza de Dios. El

misterio de la Trinidad nos invita a vivir una comunidad de iguales

en la diferencia. En una época de marcado machismo, la práctica

de Jesús fue decisiva para significar la dignidad de la mujer y su

valor indiscutible: habló con ellas (cf. Jn 4, 27), tuvo singular misericordia

con las pecadores (cf. Lc 7,36-50; Jn 8,11), las curó (cf.

Mc 5, 25-34), las reivindicó en su dignidad (cf. Jn 8, 1-11), las

eligió como primeras testigos de su resurrección (cf. Mt 28, 9-10),

e incorporó mujeres a al grupo de personas que le eran más cercanas

(cf. Lc 8, 1-3). La figura de María, discípula por excelencia

entre discípulos, es fundamental en la recuperación de la identidad

de la mujer y de su valor en la Iglesia. El canto del Magnificat

muestra a María como mujer capaz de comprometerse con su realidad

y de tener una voz profética ante ella.

452. La relación entre la mujer y el varón es de reciprocidad y colaboración

mutua. Se trata de armonizar, complementar y trabajar

sumando esfuerzos. La mujer es corresponsable, junto

con el hombre, por el presente y el futuro de nuestra sociedad

humana.

453. Lamentamos que innumerables mujeres de toda condición no

sean valoradas en su dignidad, queden con frecuencia solas y

abandonadas, no se les reconozca suficientemente su abnegado

sacrificio e incluso heroica generosidad en el cuidado y educación

de los hijos, ni en la transmisión de la fe en la familia. Tampoco

se valora ni promueve adecuadamente su indispensable y

peculiar participación en la construcción de una vida social más

humana y en la edificación de la Iglesia. A la vez, su urgente

dignificación y participación pretende ser distorsionada por corrientes

ideológicas, marcadas por la impronta cultural de las sociedades

del consumo y el espectáculo, que son capaces de someter

a las mujeres a nuevas esclavitudes. Es necesario en América

Latina y El Caribe superar una mentalidad machista que ignora la

LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS

232

novedad del cristianismo, donde se reconoce y proclama la “igual

dignidad y responsabilidad de la mujer respecto al hombre”252.

454. En esta hora de América Latina y El Caribe, urge escuchar el clamor,

tantas veces silenciado, de mujeres que son sometidas a

muchas formas de exclusión y de violencia en todas sus formas y

en todas las etapas de sus vidas. Entre ellas, las mujeres pobres,

indígenas y afroamericanas han sufrido una doble marginación.

Urge que todas las mujeres puedan participar plenamente en la

vida eclesial, familiar, cultural, social y económica, creando espacios

y estructuras que favorezcan una mayor inclusión.

455. Las mujeres constituyen, en general, la mayoría de nuestras

comunidades, son las primeras transmisoras de la fe y colaboradoras

de los pastores, quienes deben atenderlas, valorarlas y

respetarlas.

456. Urge valorar la maternidad como misión excelente de las mujeres.

Esto no se opone a su desarrollo profesional y al ejercicio de

todas sus dimensiones, lo cual permite ser fieles al plan originario

de Dios que da a la pareja humana, de forma conjunta, la misión

de mejorar la tierra. La mujer es insustituible en el hogar, la educación

de los hijos y la transmisión de la fe. Pero esto no excluye

la necesidad de su participación activa en la construcción de la

sociedad. Para ello, se requiere propiciar una formación integral

de manera que las mujeres puedan cumplir su misión en la familia

y en la sociedad.

457. La sabiduría del plan de Dios nos exige favorecer el desarrollo de

su identidad femenina en reciprocidad y complementariedad con

la identidad del varón. Por eso, la Iglesia está llamada a compartir,

orientar y acompañar proyectos de promoción de la mujer con

organismos sociales ya existentes, reconociendo el ministerio

esencial y espiritual que la mujer lleva en sus entrañas: recibir la

252 DI 5.

233

FAMILIA, PERSONAS Y VIDA

vida, acogerla, alimentarla, darla a luz, sostenerla, acompañarla y

desplegar su ser de mujer, creando espacios habitables de comunidad

y de comunión. La maternidad no es una realidad exclusivamente

biológica, sino que se expresa de diversas maneras. La

vocación materna se cumple a través de muchas formas de amor,

comprensión y servicio a los demás. La dimensión maternal también

se concreta, por ejemplo, en la adopción de niños, ofreciéndoles

protección y hogar. El compromiso de la Iglesia en este

ámbito es ético y profundamente evangélico.

458. Proponemos algunas acciones pastorales:

a) Impulsar la organización de la pastoral de manera que ayude

a descubrir y desarrollar en cada mujer y en ámbitos eclesiales

y sociales el “genio femenino”253 y promueva el más amplio

protagonismo de las mujeres.

b) Garantizar la efectiva presencia de la mujer en los ministerios

que en la Iglesia son confiados a los laicos, así como también

en las instancias de planificación y decisión pastorales, valorando

su aporte.

c) Acompañar a asociaciones femeninas que luchan por superar

situaciones difíciles, de vulnerabilidad o de exclusión.

d) Promover el diálogo con autoridades para la elaboración de

programas, leyes y políticas públicas que permitan armonizar

la vida laboral de la mujer con sus deberes de madre de familia.

9.6 LA RESPONSABILIDAD DEL VARÓN Y PADRE DE FAMILIA

459. El varón, desde su especificidad, está llamado por el Dios de la

vida a ocupar un lugar original y necesario en la construcción de

la sociedad, en la generación de la cultura y en la realización de la

historia. Profundamente motivados por la hermosa realidad del

253 JUAN PABLO II, Carta a las mujeres, 29 de junio de 1995, n. 11.

LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS

234

amor que tiene su fuente en Jesucristo, el varón se siente fuertemente

invitado a formar una familia. Allí, en una esencial disposición

de reciprocidad y complementariedad, viven y valorizan para

la plenitud de su vida, la activa e insustituible riqueza del aporte

de la mujer, que les permite reconocer más nítidamente su propia

identidad.

460. En todos los ámbitos que constituyen su vocación y misión, el

varón debe, en cuanto bautizado, sentirse enviado por la Iglesia a

dar testimonio como discípulo y misionero de Jesucristo. Sin

embargo, en no pocos casos, desafortunadamente, termina renunciando

a esta responsabilidad y delegándola a las mujeres o

esposas.

461. Tradicionalmente, debemos reconocer que, en América Latina y

El Caribe, un porcentaje significativo de ellos se han mantenido

más bien al margen de la Iglesia y del compromiso que en ella

están llamados a realizar. De este modo, han venido alejándose

de Jesucristo, la vida plena que tanto anhelan y buscan. Esta suerte

de lejanía o indiferencia de parte de los varones, que cuestiona

fuertemente el estilo de nuestra pastoral convencional, contribuye

a que vaya creciendo la separación entre fe y cultura, a la gradual

pérdida de lo que interiormente es esencial y dador de sentido,

a la fragilidad para resolver adecuadamente conflictos y

frustraciones, a la debilidad para resistir el embate y seducciones

de una cultura consumista, frívola y competitiva, etc. Todo esto

los hace vulnerables ante la propuesta de estilos de vida que, proponiéndose

como atractivos, terminan siendo deshumanizadores.

En un número considerable de ellos se abre paso la tentación de

ceder a la violencia, infidelidad, abuso de poder, drogadicción,

alcoholismo, machismo, corrupción y abandono de su papel de

padres.

462. Por otra parte, un gran porcentaje de varones se siente exigido

familiar, laboral y socialmente. Faltos de mayor comprensión, acogida

y afecto de parte de los suyos, valorizados de acuerdo a lo

que aportan materialmente, y sin espacios vitales en donde com235

FAMILIA, PERSONAS Y VIDA

partir sus sentimientos más profundos con toda libertad, se los

expone a una situación de profunda insatisfacción que los deja a

merced del poder desintegrador de la cultura actual. Ante esta

situación, y en consideración a las consecuencias que lo dicho

trae para la vida matrimonial y para los hijos, se hace necesario

impulsar en todas nuestras Iglesias Particulares una especial atención

pastoral para el padre de familia.

463. Se proponen algunas acciones pastorales:

a) Revisar los contenidos de las diversas catequesis preparatorias

a los sacramentos, como las actividades y movimientos

eclesiales relacionados con la pastoral familiar, para favorecer

el anuncio y la reflexión en torno a la vocación que el

varón está llamado a vivir en el matrimonio, la familia, la Iglesia

y la sociedad.

b) Profundizar, en las instancias pastorales pertinentes, el rol específico

que le cabe al varón en la construcción de la familia

en cuanto Iglesia Doméstica, especialmente como discípulo

y misionero evangelizador de su hogar.

c) Promover, en todos los ámbitos de la educación católica y de

la pastoral juvenil, el anuncio y el desarrollo de los valores y

actitudes que faciliten a los jóvenes y las jóvenes generar competencias

que les permitan favorecer el papel del varón en la

vida matrimonial, en el ejercicio de la paternidad, y en la educación

de la fe de sus hijos.

d) Desarrollar, en las universidades católicas, a la luz de la antropología

y moral cristianas, la investigación y reflexión necesarias

que permitan conocer la situación actual del mundo

de los varones, las consecuencias del impacto de los actuales

modelos culturales en su identidad y misión, y pistas que

puedan colaborar en el diseño de orientaciones pastorales al

respecto.

e) Denunciar una mentalidad neoliberal que no descubre en el

padre de familia más que un instrumento de producción y

LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS

236

ganancia, relegándole incluso en la familia a un papel de mero

proveedor. La creciente práctica de políticas públicas e iniciativas

privadas de promover incluso el domingo como día

laboral, es una medida profundamente destructiva de la familia

y de los padres.

f) Favorecer, en la vida de la Iglesia, la activa participación de

los varones, generando y promoviendo espacios y servicios

en los campos señalados.

9.7 LA CULTURA DE LA VIDA: SU PROCLAMACIÓN Y SU DEFENSA

464. El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, también

posee una altísima dignidad que no podemos pisotear y que estamos

llamados a respetar y a promover. La vida es regalo gratuito

de Dios, don y tarea que debemos cuidar desde la concepción, en

todas sus etapas, y hasta la muerte natural, sin relativismos.

465. La globalización influye en las ciencias y en sus métodos, prescindiendo

de los cauces éticos. Los discípulos de Jesús tenemos

que llevar el Evangelio al gran escenario de las mismas, promover

el diálogo entre ciencia y fe, y, en ese contexto, presentar la defensa

de la vida. Este diálogo debe ser realizado por la ética y en

casos especiales por una bioética bien fundada. La bioética trabaja

con esta base epistemológica, de manera interdisciplinar,

donde cada ciencia aporta sus conclusiones.

466. No podemos escapar de este reto de diálogo entre la fe, la razón y

las ciencias. Nuestra prioridad por la vida y la familia, cargadas de

problemáticas que se debaten en las cuestiones éticas y en la

bioética, nos urge iluminarlas con el Evangelio y el Magisterio de

la Iglesia254.

467. Asistimos hoy a retos nuevos que nos piden ser voz de los que no

tienen voz. El niño que está creciendo en el seno materno y las

254 Cf. JUAN PABLO II, FR, 14 de septiembre de 1998.

237

FAMILIA, PERSONAS Y VIDA

personas que se encuentran en el ocaso de sus vidas, son un reclamo

de vida digna que grita al cielo y que no puede dejar de

estremecernos. La liberalización y banalización de las prácticas

abortivas son crímenes abominables, al igual que la eutanasia, la

manipulación genética y embrionaria, ensayos médicos contrarios

a la ética, pena capital, y tantas otras maneras de atentar contra

la dignidad y la vida del ser humano. Si queremos sostener un

fundamento sólido e inviolable para los derechos humanos, es

indispensable reconocer que la vida humana debe ser defendida

siempre, desde el momento mismo de la fecundación. De otra

manera, las circunstancias y conveniencias de los poderosos siempre

encontrarán excusas para maltratar a las personas255.

468. Los anhelos de vida, de paz, de fraternidad y de felicidad no encuentran

respuesta en medio de los ídolos del lucro y la eficacia,

la insensibilidad ante el sufrimiento ajeno, los ataques a la vida

intrauterina, la mortalidad infantil, el deterioro de algunos hospitales,

y todas las modalidades de violencia sobre niños, jóvenes,

hombres y mujeres. Esto subraya la importancia de la lucha por la

vida, la dignidad y la integridad de la persona humana. La defensa

fundamental de la dignidad y de estos valores comienza en la

familia.

469. Para que los discípulos y misioneros alaben a Dios, dando gracias

por la vida y sirviendo a la misma, proponemos las siguientes

acciones:

a) Proseguir la promoción, en la Conferencias Episcopales y en

las diócesis, de cursos sobre familia y cuestiones éticas para

los Obispos y para los agentes de pastorales que puedan ayudar

a fundamentar con solidez los diálogos acerca de los problemas

y situaciones particulares sobre la vida.

b) Procurar que presbíteros, diáconos, religiosos y laicos accedan

a estudios universitarios de moral familiar, cuestiones éti-

255 Cf. EV.

LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS

238

cas y, cuando sea posible, cursos más especializados de

bioética256.

c) Promover foros, paneles, seminarios y congresos que estudien,

reflexionen y analicen temas concretos de actualidad

acerca de la vida en sus diversas manifestaciones, y, sobre

todo, en el ser humano, especialmente en lo referente al respeto

a la vida desde la concepción hasta su muerte natural.

d) Pedir a las universidades católicas que organicen programas

de bioética accesibles a todos y tomen posición pública ante

los grandes temas de la bioética.

e) Crear en las Conferencias Episcopales un comité de ética y

bioética, con personas preparadas en el tema, que garanticen

fidelidad y respeto a la doctrina del Magisterio de la Iglesia

sobre la vida, para que sea la instancia que investigue,

estudie, discuta y actualice a la comunidad en el momento

que el debate público lo requiera. Este comité enfrentará las

realidades que se vayan presentando en la localidad, en el

país o en el mundo, para defender y promover la vida en el

momento oportuno.

f) Ofrecer a los matrimonios programas de formación en paternidad

responsable y sobre el uso de los métodos naturales de

regulación de la natalidad, como pedagogía exigente de vida

y amor257.

g) Apoyar y acompañar pastoralmente y con especial ternura y

solidaridad a las mujeres que han decidido no abortar, y acoger

con misericordia a aquéllas que han abortado, para ayudarlas

a sanar sus graves heridas e invitarlas a ser defensoras

de la vida. El aborto hace dos víctimas: por cierto, el niño,

pero, también, la madre.

256 Cf. Pontificio Consejo para la Familia, Familia y cuestiones éticas, 2006.

257 Cf. EV 97, HV 10.

239

FAMILIA, PERSONAS Y VIDA

h) Promover la formación y acción de laicos competentes,

animarlos a organizarse para defender la vida y la familia,

y alentarlos a participar en organismos nacionales e

internacionales.

i) Asegurar que la objeción de conciencia se integre en las legislaciones

y velar para que sea respetada por las administraciones

públicas.

9.8 EL CUIDADO DEL MEDIO AMBIENTE

470. Como discípulos de Jesús, nos sentimos invitados a dar gracias

por el don de la creación, reflejo de la sabiduría y belleza del Logos

creador. En el designio maravilloso de Dios, el hombre y la mujer

están llamados a vivir en comunión con Él, en comunión entre

ellos y con toda la creación. El Dios de la vida encomendó al ser

humano su obra creadora para que “la cultivara y la guardara” (Gn

2, 15). Jesús conocía bien la preocupación del Padre por las criaturas

que Él alimenta (cf. Lc 12, 24) y embellece (cf. Lc 12, 27). Y,

mientras andaba por los caminos de su tierra, no sólo se detenía a

contemplar la hermosura de la naturaleza, sino que invitaba a sus

discípulos a reconocer el mensaje escondido en las cosas (cf. Lc

12, 24-27; Jn 4, 35). Las criaturas del Padre le dan gloria “con su

sola existencia”258, y, por eso, el ser humano debe hacer uso de

ellas con cuidado y delicadeza259.

471. En América Latina y El Caribe, se está tomando conciencia de la

naturaleza como una herencia gratuita que recibimos para proteger,

como espacio precioso de la convivencia humana y como

responsabilidad cuidadosa del señorío del hombre para bien de

todos. Esta herencia se manifiesta muchas veces frágil e indefensa

ante los poderes económicos y tecnológicos. Por eso, como

profetas de la vida, queremos insistir que en las intervenciones

258 CCE 2416.

259 Cf. CCE 2418.

LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS

240

sobre los recursos naturales no predominen los intereses de grupos

económicos que arrasan irracionalmente las fuentes de vida,

en perjuicio de naciones enteras y de la misma humanidad. Las

generaciones que nos sucedan tienen derecho a recibir un mundo

habitable y no un planeta con aire contaminado. Felizmente,

en algunas escuelas católicas, se ha comenzado a introducir entre

las disciplinas una educación a la responsabilidad ecológica.

472. La Iglesia agradece a todos los que se ocupan de la defensa de la

vida y del ambiente. Hay que darle particular importancia a la más

grave destrucción en curso de la ecología humana260. Está cercana

a los campesinos que con amor generoso trabajan duramente

la tierra para sacar, a veces en condiciones sumamente difíciles, el

sustento para sus familias y aportar a todos los frutos de la tierra.

Valora especialmente a los indígenas por su respeto a la naturaleza

y el amor a la madre tierra como fuente de alimento, casa común

y altar del compartir humano.

473. La riqueza natural de América Latina y El Caribe experimentan

hoy una explotación irracional que va dejando una estela de dilapidación,

e incluso de muerte, por toda nuestra región. En todo

ese proceso, tiene una enorme responsabilidad el actual modelo

económico que privilegia el desmedido afán por la riqueza, por

encima de la vida de las personas y los pueblos y del respeto racional

de la naturaleza. La devastación de nuestros bosques y de

la biodiversidad mediante una actitud depredatoria y egoísta,

involucra la responsabilidad moral de quienes la promueven, porque

pone en peligro la vida de millones de personas y en especial

el hábitat de los campesinos e indígenas, quienes son expulsados

hacia las tierras de ladera y a las grandes ciudades para vivir

hacinados en los cinturones de miserias. Nuestra región tiene

necesidad de progresar en su desarrollo agroindustrial para valorizar

las riquezas de sus tierras y sus capacidades humanas al servicio

del bien común, pero no podemos dejar de mencionar los

260 JUAN PABLO II, Centesimus annus, n. 38.

241

FAMILIA, PERSONAS Y VIDA

problemas que causa una industrialización salvaje y descontrolada

de nuestras ciudades y del campo, que va contaminando el ambiente

con toda clase de desechos orgánicos y químicos. Lo mismo

hay que alertar respecto a las industrias extractivas de recursos

que, cuando no proceden a controlar y contrarrestar sus efectos

dañinos sobre el ambiente circundante, producen la eliminación

de bosques, la contaminación del agua y convierten las zonas explotadas

en inmensos desiertos.

474. Ante esta situación ofrecemos algunas propuestas y orientaciones:

a) Evangelizar a nuestros pueblos para descubrir el don de la

creación, sabiéndola contemplar y cuidar como casa de todos

los seres vivos y matriz de la vida del planeta, a fin de

ejercitar responsablemente el señorío humano sobre la tierra

y los recursos, para que pueda rendir todos sus frutos en su

destinación universal, educando para un estilo de vida de

sobriedad y austeridad solidarias.

b) Profundizar la presencia pastoral en las poblaciones más frágiles

y amenazadas por el desarrollo depredatorio, y apoyarlas

en sus esfuerzos para lograr una equitativa distribución de

la tierra, del agua y de los espacios urbanos.

c) Buscar un modelo de desarrollo alternativo261, integral y solidario,

basado en una ética que incluya la responsabilidad por

una auténtica ecología natural y humana, que se fundamenta

en el evangelio de la justicia, la solidaridad y el destino

universal de los bienes, y que supere la lógica utilitarista e

individualista, que no somete a criterios éticos los poderes

económicos y tecnológicos. Por tanto, alentar a nuestros campesinos

a que se organicen de tal manera que puedan lograr

su justo reclamo.

261 PP 20, “[El verdadero desarrollo] es el paso, para todos y cada uno, de unas condiciones de vida

menos humanas a condiciones más humanas”.

LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS

242

d) Empeñar nuestros esfuerzos en la promulgación de políticas

públicas y participaciones ciudadanas que garanticen la protección,

conservación y restauración de la naturaleza.

e) Determinar medidas de monitoreo y control social sobre la

aplicación en los países de los estándares ambientales internacionales.

475. Crear conciencia en las Américas sobre la importancia de la

Amazonia para toda la humanidad. Establecer, entre las iglesias

locales de diversos países sudamericanos, que están en la cuenca

amazónica, una pastoral de conjunto con prioridades diferenciadas

para crear un modelo de desarrollo que privilegie a los pobres

y sirva al bien común. Apoyar, con los recursos humanos y financieros

necesarios, a la Iglesia que vive en la Amazonia para que

siga proclamando el evangelio de la vida y desarrolle su trabajo

pastoral en la formación de laicos y sacerdotes a través de seminarios,

cursos, intercambios, visitas a las comunidades y material educativo.

 
 
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